Beatriz Canales salió arrancando de Arica por sufrir maltrato familiar, deambuló por varias ciudades del norte junto a sus cuatro hijos hasta llegar finalmente a Santiago en busca de nuevas oportunidades.
Allí se radicó y comenzó un ardua carrera como comerciante, pasando de una vendedora ambulante de completos hasta llegar a convertirse en una de las empresarias más destacadas del país con su pastelería de productos sin glutén: "Dulcelia".
Esta esforzada mujer, de papás comerciantes, confiesa que la habilidad para los negocios la lleva en la sangre. Antes de concretar el proyecto de su actual empresa, incursionó en múltiples trabajos que le permitieron acumular experiencia para poder sobrellevar todo tipo de crisis.
Vivió varios fracasos, se endeudó en muchos proyectos y en una lamentable oportunidad quedó literalmente en la quiebra. Sin embargo, pese a la mala suerte, después de un tiempo y de forma sorpresiva, el destino giró a su favor.
Comenzó a trabajar en el área de alimentación de una clínica y como siempre ha sido muy observadora, se dio cuenta que en Chile faltaba una empresa que se dedique a vender productos sin gluten.
Confiesa que al principio no sabía nada sobre el rubro, aprendió todo por internet, lo que no fue fácil, no sólo porque no tenía conocimientos al respecto, sino porque contaba con un limitado capital.
Es así como, sólo en compañía de su hijo mayor, construyó con sus propias manos el actual local de "Dulcelia" en el terreno de su casa para ahorrar el dinero del arriendo.
Este año además de recibir el Premio Pyme Mujer 2013, Beatriz s0e convirtió en una de las pequeñas empresarias más creativas y exitosas del país, siendo un referente para muchas mujeres que buscan salir adelante y contribuir al bienestar de su familia.