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En Chile existen 449 relaves mineros de los cuales 125 están activos y 324 abandonados. Estos tranques, que en su mayoría contienen elementos dañinos para la salud, son una potencial amenaza para sus vecinos, ya sea porque se pueden derrumbar o porque pueden contaminar las napas subterráneas.
A lo largo del país hay varios casos de comunidades que han sufrido el impacto de un relave minero. Los habitantes de Caymanes llegaron a la justicia por el conflicto que tienen con la minera Pelambres por el agua del estero del Pupío.
En Lampa y Batuco, por su parte, los agricultores temen que el arsénico que se ha encontrado en sus pozos contamine las verduras que venden en Santiago.
Y en Antofagasta los médicos han detectado que los mayores de 60 años tienen hasta 16 veces más posibilidades de contraer cáncer, debido a que consumieron agua con arsénico hace medio siglo.
Muchos de estos chilenos comparten una sensación de desamparo frente a los problemas que los afectan, ya que ponen en duda la independencia de la única autoridad que debe velar por el funcionamiento de los relaves, el Sernageomin.
Henry Jurgens, víctima del desplome de un relave en Pencahue el año 2010, ha decidido formar una fundación y su primer paso es salir a tomar muestras de agua en la Región Metropolitana. Los resultados resultaron peores de lo esperado, y ahora todo está en manos de la PDI.
Revive en 24Horas.cl una nueva investigación de Informe Especial.
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