En medio de las demandas de las marchas feministas y en contra de los abusos cometidos por parte de sacerdotes de la Iglesia Católica, un grupo de religiosas de la localidad de Molina, relató sus historias de maltrato, tocaciones y humillaciones que, hasta ahora, no habían sido escuchadas.
Ellas denuncian haber sido consideradas ciudadanas de segunda clase; explotadas y ninguneadas. Dicen que, junto con ser consagradas, ellas también son mujeres que merecen respeto.
“Me molestaba estar mendigando un plato de comida y muchas veces saqué a escondidas, yo no lo niego” relató Marcela, quien denuncia humillaciones al interior del convento de las Hermanas del Buen Samaritano.
“Me pegó con el puntero en la cabeza y me pegó fuerte y yo salí arrancando”, afirmó Eliana.
Son testimonios humildes pero cargados de dolor que un equipo de Informe Especial, encabezado por la periodista Paulina de Allende-Salazar, conoció. Son palabras dolorosas pronunciadas por mujeres sencillas.