Cuesta llegar y cuesta aterrizar. Ni siquiera los aviones Hércules de la Fuerza Aérea de Chile la tienen fácil para posarse sobre el aeródromo Teniente Marsh.
Mensualmente dos C-130 llevan la comida y también los repuestos a Villa Las Estrellas en La Antártica chilena. De regreso, se van con lo mismo que trajeron, pero hecho polvo, literalmente.
A 400 grados de temperatura, el horno reduce a cenizas todo lo que ha sido separado en pequeños contenedores en los que se clasifican las latas, el vidrio y el temido plástico. Las pilas, las ampolletas y el plástico se salvan del fuego, pero son evacuados al continente.
QUÉ HACER CON LA BASURA
En medio del hermoso paisaje en bahía Fildes, en el corazón de la base chilena, está el que hoy representa el mayor problema para la ecología.
Se trata de un patio donde se almacenan 76 toneladas de chatarra que en los próximos meses deben ser evacuadas vía marítima para dar cumplimiento al Tratado Antártico suscrito por Chile.
El año pasado, la base de la FACh sacó 180 toneladas de basura. Gran parte de esos desechos provienen de las propias casas de Villa las Estrellas, donde muchas familias han debido aprender técnicas ecológicas para ordenar y reciclar la basura.
La presencia del hombre y sus residuos, unido al cambio climático han provocado que la Antártica se esté calentando. La temperatura media ha subido 3 grados en los últimos 50 años.
Asentado en Punta Arenas el Instituto Antártico Chileno da cuenta de este fenómeno y monitorea de forma constante las emisiones de CO2.
Los cambios de temperatura son poco controlables. Lo que sí se puede frenar son las emisiones mineras de mercurio y la denominada basura global, que arrastrada por las corrientes marinas hoy está afectando a la fauna antártica.
EL TRABAJO SUCIO
Llegar por el día hasta la Antártica cuesta cerca de un millón 200 mil pesos. Y aunque parece caro, lo cierto es que el número de turistas crece a razón del 10% anual.
En lo que va del 2013 ya han ingresado por vía aérea hasta la Base Eduardo Frei Montalva más visitantes que militares.
Lo único que no se evacúa al continente son las aguas servidas. Van directo al mar luego de un tratamiento de purificación en la que estos gusanos hacen el trabajo sucio. Basado en el sistema Tohá, convierten las aguas sucias en aguas limpias.
Así, Chile está a la vanguardia entre los 28 países que poseen bases científico militares en el extremo más austral del planeta.
Conoce más sobre esta experiencia viendo el video con la nota de Davor Gjuranovic.