Si bien las cárceles son ideadas no sólo para privar de libertad a condenados por diversos delitos, también se relacionan con la reinserción social de los presos tras la pena. Sin embargo, en su Estudio de Condiciones Carcelarias en Chile, durante el período 2014-2015, el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) reveló condiciones carcelarias que no colaboran a ese objetivo.
Para la realización de su informe del mencionado período, el INDH visitó 21 Unidades Penales de nueve regiones del país en 2014 y, en el año pasado, visitó 22 recintos carcelarios de 11 regiones nacionales. Y en las evaluaciones se reprobaron diversos aspectos de las condiciones de vida de los reclusos, revelando el preocupante panorama que muchos experimentan.
El documento del período 2012-2013 planteó diversas recomendaciones para el lapso 2014-15. Y si bien algunas de ellas se concretan total o parcialmente (como mejorar las condiciones de habitabilidad de la cocina, provisión de ropas de cama y vestimentas, y la preparación y distribución de alimentos), la mayoría de ellas no se cumplen. Entre las falencias se destacan condiciones de hacinamiento, encierro e insalubridad.
Según el análisis, diversos recintos penales evaluados no cumplen con garantías de instalaciones sanitarias ni agua potable permanentes (durante las 24 horas del día) y tampoco han mejorado las condiciones de habitabilidad y desencierro de los reclusos.
Daniela Lara, abogada analista del INDH y una de las realizadora de la investigación, señala que "los estándares internacionales de derechos humanos dicen que las celdas de castigo deben eliminarse, pues lo único que hacen es alejar a la persona de su régimen normal, sacarlas de actividades educacionales y darles rencor". Y esa es una de las sugerencias realizadas por la institución que no se cumplieron.
La experta dice que, si bien las celdas de castigo fueron eliminadas de algunas unidades penales, la gran mayoría de las cárceles chilenas mantiene ese tipo de punición. Y el estudio señala que, en el Centro de Cumplimiento Penitenciario de Colina I, "el procedimiento usual es que cuando hay un conflicto sean enviados por 24 horas a estas celdas, y después se aplica la sanción determinada por el jefe de la unidad. Por lo general, ante infracciones no tan graves se aplica la sanción de suspensión de visitas por dos semanas”.
Respecto al Centro de Detención Preventiva de Puerto Aysén, en la XI Región, el documento señala que a los internos en celdas de castigo "no se les permite asistir a la escuela, trabajar o contar con un horario normal de desencierro. Según un funcionario que acompaña la visita, estos internos acceden al patio tres veces a la semana (lunes, miércoles y viernes) durante 1 hora cada vez, y el resto del tiempo lo pasan en su dormitorio". En lo que respecta a los presos en celdas normales, la abogada señala que se suelen cumplir los regímenes de desencierro y que "se han realizado convenios con el sistema público de educación, pero a veces los cupos para talleres de trabajo y programas educacionales son insuficientes".
El mayor problema
Pero más allá de las falencias señaladas, Daniela Lara plantea que lo más preocupante "sigue siendo el hacinamiento en algunas unidades penales y la falta de acceso a cama. Algunos recintos tenían condiciones adecuadas de una cama por interno, pero en otros detectamos que duermen dos, tres por cama, en colchonetas... El hacinamiento todavía es muy preocupante".
En su análisis la entidad resaltó la situación de la penitenciaría de Alto Hospicio, en la I Región, al señalar que "todas las camas o literas son de concreto y empotradas, pero no todos los internos duermen en una; algunos lo hacen en colchones o colchonetas que ubican en el suelo e incluso hay casos de internos que ni siquiera disponen de algo que los aísle del piso".
A su vez, al revisar los locales de reclusión, se han constatado insuficientes condiciones de higiene y comprobado falencias de infraestructura. Respecto al Centro Penitenciario de Concepción, la investigación concluyó que "los internos orinan y defecan en recipientes, pues ubican a muchos internos en la misma celda", y, además, que "tampoco tienen acceso a agua potable de forma permanente. Según se pudo observar, solo cuentan con una botella de agua entregada por los gendarmes".
A su vez, en recinto carcelario de Coyhaique se ha apuntado que "las celdas son oscuras, casi no entra luz natural y la eléctrica está disponible sólo durante algunas horas al día. Los dormitorios no poseen servicios higiénicos en su interior. El baño se encuentra sucio, en mal estado y no se observan basureros".
Entre otros aspectos reprobados, también se encuentran el cumplimiento de la visita diaria a médicos y procedimientos seguros para denunciar abusos.
Según explica la abogada, "en base a los estándares internacionales de derechos humanos, existen reglas que tienen en miras la reinserción y establecen ciertos patrones, que son los que evaluamos. Y las condiciones de bastantes centros penitenciarios del país tienen afectación directa en la dignidad de la persona y en la integridad personal, lo cual ejerce impacto físico y psicológico en los reclusos. Esas condiciones les provocan una desmotivación para iniciar un proceso de reinserción".