Aunque nació sin cerebro Isidora se aferra a la vida. Contrario a todos los pronósticos, la niña es capaz de succionar para tomar leche materna y respirar por sí sola.
El cerebro de Isidora Esperanza no alcanzó a formarse. Ella nació con una patología llamada anencefalia, enfermedad que la padece uno de cada 10 mil niños nacidos en el mundo.
Es un diagnóstico cuyas causas se desconocen y que está asociado directamente a la muerte porque las expectativas de vida suelen no sobrepasar las 72 horas, pero Isidora ya cumplió más de tres semanas.
Como es un problema que suele detectarse en los primeros controles de embarazo, la madre es informada y orientada con respecto al futuro fallecimiento del hijo que espera. Eso ocurre en Chile y otros países donde el aborto terapéutico no es una opción. En el resto del mundo se pone término al período de gestación en medio del embarazo dado que es un feto inviable.
Romina se enteró sólo cuando era el momento del parto. Si bien no fue constante en todos los controles, asegura que cuando tenía 5 meses de embarazo le hicieron una ecografía. Fue ahí cuando supo que esperaba a una niña. Sin embargo, no le advirtieron de ninguna anomalía.
Por ahora, Isidora Esperanza permanece en Lampa junto a su madre, sus tres hermanos y su abuela materna. No ha sido enrolada en ningún consultorio y Romina asegura que no la incluyen porque la anencefalia es fatal.