A Andre Geim y Konstantin Novoselov se les ocurrió tomar un trozo de grafito, el mismo material con el están hechos los lápices mina, y una tira de papel celofán convencional. Con esto, conseguirían extraer una delgada capa de grafeno.
No se trata de cualquier ociosidad. Más bien, de una simple acción que les valió el premio Nobel de Física en 2010 y que podría revolucionar, entre muchas áreas, el mercado de los metales. Según expertos, este material podría reemplazar fácilmente al cobre en unos diez años más.
El grafeno es una sustancia resistente y dotada de la mayor conductividad eléctrica y térmica que existe. Es prácticamente transparente, su cristal es extremadamente delgado (tanto como un átomo) y tan denso que ni siquiera el helio, el componente más pequeño, podría atravesarlo.
Todas sus características apuntan a que es el reemplazante natural del viejo conocido cobre, quien reviste hasta el día de hoy todas las características del mejor material para fabricar conductores y semiconductores de todo tipo.
En el estudio "La minería del Cobre 2012", publicado por el Grupo de Estudios Internacionales del Cobre, la industria cuprífera cubre un 54 por ciento de la comercialización de equipamiento electrónico, componentes de vehículos y de maquinaria industrial para todo el mundo.
Dadas las propiedades del grafeno y su versatilidad, podría competir en esta misma cancha con este metal que aporta cerca de un 20 por ciento de los ingresos fiscales de Chile.
No obstante, hasta el momento, este componente que Geim y Novoselov extrajeron con un simple papel celofán, aún no se encuentra en un estado de producción a gran escala dado que los costos son altos. Paradójicamente, el grafeno está hecho por uno de los compuestos más abundantes del planeta: el carbono.